El pueblo de Inca de Oro se ubica 100 km hacia nor-este de Copiapó. Inca de Oro (en algunas épocas se llamaba «Cuba», intersante es que TREUTLER en su mapa de 1852/57 usa Inca de Oro) era un centro minero importante. Ubicada en el estéril Llano de Varas entre Carrera Pinto y Diego de Almagro.
Inca de Oro tiene una larga trayectoria minera. Especialmente gracias al sector aurífero en el sur oeste del pueblo. Pero también los sectores en la Qda. Chañaral Alto y Sierra Caballo Muerto eran importantes fuentes de ingreso.
En la década de 1850 se explotaban minas en sectores adyacentes o cercanos del actual asentamiento de la localidad en comento. Uno de los yacimientos fue “Tres Puntas” que contó con una placilla o aldea denominada como “El Inca”, que tiende a confundir a algunos investigadores con el naciente villorrio en discusión que surge en los primeros años de 1900.
Una nómina de las principales minas que se han trabajado en el departamento de Copiapó, ya nombra al mineral de “Inca de Oro”en el año 1869, indicando que se trabajan las minas “Buena Suerte”, “Buena Vista”, “California”, “Candelaria”, “Capitana”, “Cobriza” y “Cuba” en San Pedro de Cachiyuyo.
El Diario “El Desierto” de Chañaral, informaba en el año 1886, “que las montañas están llenas de oro, desde Doña Inés a Cachiyuyo”, agregando que “en Cachiyuyo, explotó minas don Pedro Schjolberg, al sur del Inca. En este lugar, don Isidro Doralea, instaló en 1887 una planta beneficiadora al costado del Camino del Inca”, en una antigua aguada.
En esa época partían de Pueblo Hundido (Diego de Almagro) caminos a los minerales a Altamira, a Doña Inés Chica, a Caballo Muerto, a La Florida, a Chañarcito, al Inca, El Carmen y otros, por lo que este lugar constituía un punto estratégico para los propietarios de carretas, posadas y herrerías. Caravanas de carretas llegaban desde la costa y Copiapó, para después subir a la precordillera donde se explotaban minas, señala un diario local del siglo XIX.
El desarrollo minero en la zona se consolidó en las últimas décadas del siglo XIX, lo que llevó a emprendedores empresarios mineros locales, a proponer al Gobierno de la época la prolongación del ferrocarril desde Pueblo Hundido al mineral de Oro del Inca, tal como se le denominaba en esos años.
El diario “La Justicia” del 13 de marzo de 1886, entrega una relación del mineral de Oro del “Inca”, señalando cinco grupos de minas ubicadas en distintos sectores geográficos, con sus respectivos nombres históricos.
El primer grupo pertenece a la Sociedad Inglesa, nombrándose las minas Buena Suerte, Cobriza, San Román, Buena Vista y otras administradas por el señor Guillermo Collins.
El segundo grupo, “un poco más al poniente, como a dos cuadras del anterior y sobre una planicie de donde se domina casi todo el mineral” se encuentran las minas San Pedro, que es la jefe, Santa Rosa, Colorada, Buena Esperanza, San Rafael y Candelaria, “administradas por un señor Saavedra”. Al pie de las expresadas y hacia la parte sur, se halla la “Descubridora” de don Pascual Fraga y otros”.
El tercer grupo, “o sea las minas del llano sur,” se hallan las minas Constancia, Sebastopol, Providencia, propiedad de un señor Marcó de Copiapó, Magdalena, San Manuel y Cantera del señor José Rojas.
El cuarto grupo, “o sea las del llano Norte se hallan las minas Tesoro, Guías del Norte, “Guías del Sur”, “Tránsito”, “California” y San Antonio”.
Y el quinto grupo, “o sea del naciente,” se trabajan las minas “Capitana”, y “Cristina”, propiedad del señor Eulogio Lorca y compañía. En este grupo está también la “Baja California” del señor Matín de la Ribera y otros”.
La descripción del mineral de oro del “Inca” en el diario “La Justicia” de Chañaral, en la que se señala que todas las minas nombradas se hallaban en trabajo en el año 1886, nos hace comprender la extensión de dicho mineral y su importancia para los empresarios mineros, quienes bregarán en los años siguientes para que se construya un ferrocarril para fomentar la industria minera.
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